Recordamos también nuestras luchas universitarias, las reformas que conseguimos tras meses de toma, el duro suelo donde por las noches soñábamos con instituciones democráticas, gratuitas y de excelencia académica. Recordamos las canciones que nos entibiaban el alma aquel lejano invierno, y la solidaridad que nos hermanaba y nos hacía sentir poderosos, armados solamente con la infinita esperanza de los jóvenes y unos versos de Neruda.
No sabes cuánto desencanto ha corrido por nuestras venas. Nosotros éramos la generación que estaba haciendo los cambios. Creo que nuestras alas se quemaron en ese incendio, donde no sólo ardió nuestra Casa de Gobierno, sino todo un patrimonio de dignidad, de estabilidad institucional y verdadera democracia.
Sin embargo seguimos aquí, con el pelo entrecano pero con los sueños intactos, porque la adversidad nos hizo crecer y reafirmar nuestras convicciones. Y seguimos cantando porque en este país y en este continente hay personas como tú, que han levantado de nuevo las banderas de la dignidad del ser humano, personas que creen en los valores espirituales del hombre, en medio de la devastación global provocada por un mercantilismo salvaje, donde el único dios es el dinero y su doctrina lucrar desvergonzadamente con la gente, depredar el medio ambiente y rendir culto a la violencia y al egoísmo.
Pero no estás sola frente a esa incalificable agresión. Hay un país entero que está presenciando cómo, después de 20 años de democracia, aún persisten los resabios de una época de terror que el mundo entero quisiera olvidar. Y decimos el mundo porque hoy los estudiantes de muchos países hermanos de Latinoamérica están marchando junto a ustedes, y ellos seguirán ahí, atentos a lo que ocurra en este país, solidarizando con este movimiento que de nuevo pone a Chile a la vanguardia de los cambios sociales del continente.
Canto Popular Latinoamericano